sábado, 7 de noviembre de 2009

Hay que

Hay que innovar, hay que cambiar el modelo productivo, hay que ser competitivo, hay que internacionalizarse, hay que poner el conocimiento en valor, hay que contar con todas las personas de la empresa, hay que lanzar nuevos productos, hay que reducir costes, hay que…

Innovar “la solución a todos los problemas”, es muy fácil desde el discurso desde el hay que, pero la realidad implica hacer. Implica predicar con el ejemplo, innovar también en la administración, en las políticas, en la participación, en la forma en la que se innova. No se puede pedir a los demás que hagan lo que uno no se atreve a hacer, no se puede predicar que la solución es innovar y no innovar en aquello en lo que se tiene responsabilidad, capacidad y conocimiento.

Querer, poder y saber la combinación necesaria para la acción en las organizaciones y en la sociedad.

Hay que dejarse de hay ques y empezar a hacer, superar el miedo, responder a la incertidumbre y hacer, asumir riesgos a fuerza de equivocarse, tirar del carro o empujarlo pero desde luego pasar del dicho al hecho; superar el discurso y trabajar duro con paciencia y con insistencia, con urgencia pero sin emergencia.

Innovar es acción no es discurso, ser innovador implica haber hecho no haber dicho, implica tener experiencia real de introducir novedades en el mercado de forma exitosa, ahora en el discurso parece que cualquier cosa es novedad, pero que pasa si le pasamos la prueba de la definición, ¿ha llegado al mercado? Y ¿lo ha hecho de forma exitosa?

Aquí es donde esta la clave, en la acción, en el proceso completo en llevar las novedades al mercado, aquí es donde fundamentalmente fallamos, en muchos casos no conocemos bien a nuestros clientes potenciales, a nuestros usuarios, sus necesidades, sus motivaciones de compra y para innovar en general aun menos ya que tenemos que superar alguno de nuestros límites organizacionales y estructurales y ofrecer nuestra novedades en nuevos mercados a nuevos clientes, y esto a pesar de tener el mejor invento del mundo es lo que no sabemos hacer.

Tenemos que aprender a superar el hay que para pasar a la acción, aprender a comercializar e introducir novedades en el mercado de forma exitosa; y se aprende haciendo, asumiendo la responsabilidad y el riesgo que en realidad es inherente a toda decisión.

El proceso de innovación es una secuencia de decisiones para las que hace falta adquirir conocimientos o acercar a las personas que lo poseen a la decisión con el fin de reducir el riesgo intrínseco. Las decisiones implican acción, responsabilidad y riesgo.


Trabajar, esforzarse, luchar, asumir riesgos, actuar son las claves para innovar, entender al mercado, exponerse con nuevas ideas, productos o servicios, atreverse a equivocarse. Trabajar duro, esforzarse mucho, luchar contra los hay que, asumir el riesgo de hacer, pasar a la acción, escuchar a los clientes y a los usuarios, entenderles, interaccionar con ellos, interaccionar con los compañeros, socializar el conocimiento, combinarlo y crear nuevos conocimientos, aplicarlos a los productos y servicios de nuestra empresa y lanzarlas, sacarlos al mercado, desarrollar una estrategia adecuada de marketing y comercialización, insistir, no cejar en el esfuerzo.


“Hay que” solo elude la responsabilidad de hacer y excusa al que lo dice en su inmovilismo para poder afirmar ya decía yo lo que había que hacer, si hubiésemos hecho lo que yo decía,… y yo me pregunto: ¿por qué no lo hiciste?, para tener ahora la excusa y salir siempre libre de culpa, quedar bien.

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